Querida Lucía:

...
Hola!

No sé si tú podrás creerme lo que acaba de pasarme Lucía.
Me dormí ayer, y desperté hoy y parece que en una noche evolucioné hasta convertirme en una especie de alienígena bípeda, pluricelular, sistemática y todo lo demás.
Caminé hacia la escuela, como todos los días, buscando las miradas de las personas, pero parece que a las personas se les perdieron las miradas y las narices, y el resto de la cara en la pantalla de los celulares.
Miré mis bolsillos, y recordé que estaban vacíos salvo por el billete de veinte pesos con el que pensaba comprar el pasaje de regreso.
Hace tres días me asaltaron y me quitaron el celular, estoy incomunicado.
Te escribo esta carta porque tampoco tengo línea telefónica, (y tampoco internet, por consiguiente) espero que a ti no te moleste.
Es que déjame terminar de contarte:
Llegué a la escuela y busqué la cara de Luis Ángel, lo encontré pronto, estaba sentado en el rincón más alejado, opuesto al escritorio. Me acerqué a él pero no quiso mirarme, tenía la laptop sobre las rodillas y se reía en silencio. Pensé que estaba muy ocupado, y estaba dispuesto a retirarme de allí cuando sentí dos pinchazos en el hombro, me volví pronto para ver quién me llamaba pero no alcancé a ver a nadie, de inmediato sentí el impacto de una palma sobre mi pómulo derecho, el golpe me hizo girarme.
Cuando me recuperé de la impresión, volví a mirar.
¡Era Alejandra!, me había golpeado y se veía realmente furiosa conmigo.
Le pregunté la razón pero no quiso contestarme, era como si no diera crédito a mi pregunta. La acompañaba Carlina, que viendo mi cara de pasmado se acercó con gesto severo y me dijo: "¿Por qué le hiciste eso a Ale?"
Le dije la verdad: no recordaba haberle hecho nada. Y se lo juré.
Entonces Carolina sacó un papelito arrugado de su bolsa, y me lo entregó. Lo reconocí en seguida, era un dibujo de un gatito con las palabras "Ten un buen fin de semana Ale, te quiero amiga".
Yo seguía sin entender.
Seguí mirando a Carolina, pero ésta creyó que estaba burlándome y también se marchó, diciéndome por último que era "un fresco".
Corrí entonces a ver a Silvia, mi novia ¿recuerdas?, hoy es su cumpleaños.
Le compré un gran ramo de Astromelias y le escribí una tarjeta, fui a verla a su casa.
No quiero hacerte el cuento largo.
Silvia no quiso verme, me dijo Paco (su hermano) que estaba encerrada en su cuarto llorando y que había dejado dicho que no quería ver a nadie.
Yo me llevo bien con él así que le pedí de favor que me dijera si algo malo le había sucedido a ella, y él me dijo.
"Pues mira, yo no sé qué le habrás hecho, pero dice que no quiere verte, que te olvidaste de una fecha tan importante para ella, dice que siente que ya no la quieres, que nunca le pones atención. ¿Es cierto eso?

¡Pero Lucía! ¿Cómo va a ser eso cierto si a diario le hago un dibujo diferente, y lo dejo escondido entre sus cosas?
La llamo por teléfono, voy a verla por lo menos dos veces por semana.
No podía creerlo, de verdad que no podía.
Le dejé las flores y la tarjeta a Paco, y me dirigía hacia la puerta cuando un estruendo me hizo voltear.
Dos gatos hurgaban en los cubos de basura y uno de ellos, al querer saltar al siguiente cubo, se resbaló y golpeó al otro, que saltó y del impulso tiró abajo los cubos, que se destaparon y desparramaron la basura por el suelo del patio de la casa de Silvia. No quise mirar, pero creo que entre todos los desperdicios pude reconocer algunos de mis trazos.
Así que Silvia tiraba mis detalles, como si para ella no valieran nada.
Fui a mi casa y me dormí un rato. Había tenido un día suficientemente malo como para perderme en el sueño con la esperanza de que al despertar todo hubiese terminado.
Pero no fue así.
A las 7 de la noche me despertó el teléfono.
Era ella.
Primero me preguntó como estaba, yo extrañado, le dije que estaba bien. Le pregunté que era lo que le pasaba, y ella me dijo que nada, que sabía que no me importaba.
Se enojó conmigo porque no escribí ni una sola felicitación en ninguna de sus cuentas del hi5, ni del facebook, ni en su dichoso blog.
Nunca me he atrevido a decirle que es pésima escribiendo, por cierto, pero ¿qué importancia tenía todo eso?
Se lo dije, y me dijo que simplemente no lo podía creer.
Y me colgó.
Pensé que ya tenía suficiente adrenalina en las venas para aguantar otra tanda de golpes, así que le llamé a Alejandra para pedirle una explicación.
Me contestó cortante, dije lo que tenía que decirle y ella me dijo que era un ser despreciable, que cómo me atrevía a mandar ofensas escritas así. Eso era una burla.
Si tan sincero era ¿por qué no le dejé un mensaje en el MSN? ¿Por qué no le mandé ya MÏNIMO un mensaje de texto, o al tagged?
Le dije que no sabía que ocurría con el mundo.
¿Por qué todos estaban tan molestos por algo tan estúpido como esas redes sociales?
Solo mi madre me entendió Lucía.
Bueno, después de toda esta letanía.
¿Cómo te va a ti?

Me despido ahora porque tengo que darle de comer a mi perrito, y a jugar con él un rato, se ha sentido muy solo. He visto varias veces al camión de la perrera pasar por aquí, parece que todos están deshaciéndose de sus mascotas. No sé si habrá una epidemia o algo, pero ya van varios perros muertos que tiran en la esquina.
No sé, pero algo me dice que esos pobres animales murieron de abandono.

Parece que ya a nadie le conmueve nada que no tenga, al menos, un par de circuitos.

Te quiere tu amigo.
David.

3 comentarios:

Mystique dijo...

Me gustó :D

MoninMo dijo...

Jajaja mínimo a Mystique le gustó.
Gracias señorita XD

Tonat dijo...

Me encanta cómo haces volar mi imaginación.

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